En plena segunda ola de la pandemia en Europa -donde las cifras de contagiados baten récords y varios países implementaron confinamientos más estrictos- los niños siguen concurriendo a los establecimientos educativos con barbijos, alcohol en gel y respetando el distanciamiento social con sus maestros y compañeros.

El ministro de Sanidad de España, Salvador Illa, reconoció que el porcentaje de casos de COVID-19 en los colegios es “mucho menor que en otros ámbitos sociales”.  Los centros educativos españoles  sólo suponen el 4,6 por 100 de los casos de contagio.

En el resto del mundo, en países como Australia, Holanda, Alemania y el Reino Unido, la situación epidemiológica no parece muy diferente y todo hace pensar que, definitivamente, los colegios y universidades no son un foco preocupante de transmisión de la pandemia.

Contra toda evidencia, la cartera de Educación en Argentina, no ha promovido el regreso a las aulas ni siquiera en distritos con baja o nula circulación del virus, ha frenado lo más posible los protocolos de vuelta a la presencialidad presentados por la Ciudad de Buenos Aires, se ha alineado con la intransigencia de los sindicatos desoyendo los reclamos del resto de la comunidad -incluidos docentes que no se sienten representados por la posición gremial-, y ni siquiera ha convocado a un diálogo amplio a los distintos actores del sistema para elaborar soluciones alternativas.

Fuente: Infobae 

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